El obispo Pelayo de Oviedo

En el año 832, el rey Alfonso II une provisionalmente la iglesia de Lugo a las sedes de Braga y Orense, creando una nueva sede en Oviedo y dotándola con la destruida Britonia -pero esto no se lleva a cabo porque los dumienses fundan Sano Martín de Mondoñedo-. Alfonso II cede además a Oviedo una serie de condados que estaban adscritos a la jurisdicción eclesiástica de Lugo, siempre con la condición de la posterior devolución a Lugo, que se produciría cuando las sedes de Braga y Orense fueran reconquistadas:

«Huic Ego iam supradictus Adefonsus Ecclesiae S. Mariae, seu urbe caeteras dono et concedo Civitates Bracaram, scilicet Metropolitanam, et Auriensem urbem, quae omnino a paganis destructa esse videntur…»
«Ab ipsa vero Lucensi Civitate necessitate compulsus, terras et provincias S. Salvatoris Ovetensi concedo Ecclesiae, quae ante fueram subditae Lucensi Ecclesiae per cucnta seculorum tempora: Haec sunt autem nominata Provintiae, idest, Balborica, Neira, Flamoso, Sarria, Páramo, Froilani, Sabinianos et Sardinaria, Abiancos, Asma, Camba et Ecclesias de Dezón.»

No sólo frente a las pretensiones de Lugo, que quería recuperar sus territorios, sino también frente a Braga y Toledo que querían anexionar la sede ovetense, Pelayo quiso demostrar mediante una interpolación en el códice Chronica ad Sebastianum que el primitivo episcopado de Lugo de Asturias había ido traladado a la ciudad de Oviedo. Pero nol sólo eso, sino que Oviedo, al ser capital del reino asturiano, se considera, junto con León,  sucesor de Toledo, oponiéndose así a Toledo a convertir a Oviedo en sede sufragánea.

Lugo, que señalaba a Britonia como la sede episcopal predecesora de Oviedo, pretendía demostrar, como mantiene Fernández Conde, que en el Parroquial Suevo o Diuisio Theodomiri (siglo VI) aparece que Britonia había tenido un cierto control sobre las comunidades británicas establecidas en Asturias antes de la invasión musulmana. De esta manera el obispo metropolitano de Braga podía reclamar su autoridad sobre Oviedo, mientras que Lugo por su parte tenía el camino despejado para reclamar los conocidos cómo «once condados» o parroquias de la diócesis de Lugo que se disputaba con Oviedo. De esta manera nunca pertenecerán a Oviedo pero tampoco a Britonia, y por tanto se mantenían en la diócesis de Lugo.

Oviedo por el contrario se veía obligado a adelantar los orígenes de Oviedo a la una época anterior a la creación de la iglesia de Bretoña si quería dejar a sus contrincantes sin argumentos. El obispo Pelayo atribuye la fundación de Oviedo por los reyes vándalos, lo que, según el padre Flores no tiene ningún sentido ya que los vándalos «…haviendo sido hereges detestables, y perseguidores de los Catholicos, muestra bien la oficina de semejante obra«. Tanto Vázquez de Parga como otros especialistas del prestigio de P. David, Borrau-Dihigo, Fernández Conde, etc., no tienen ningúnn reparo en afirmar que se trata de una evidente falsifiación.