Chantada en la Edad Media

24-5-2024

Los señores de Chantada

La averiguación del señorío de la villa de Chantada entre los siglos XII y XIV no parece nada sencilla, y ni siquiera se conserva noticia sobre la posesión del señorío de Chantada en dicho período[1]

Cuando en el siglo IX se inicia la decadencia de los viejos condados -Chantada pertenecía al condado de Pallares desde el siglo VI- se produce también la pérdida de las competencias jurisdiccionales de los condados y se inicia la expansión de los viejos municipios, más favorables a la monarquía por lo que fueron promovidos por los reyes Fernando II y Alfonso IX.

Desde aquella fecha la villa de Chantada se encontraba inmersa en la tradición realenga. Así lo señala entre otros autores Seijas Vázquez [2] citando varios documentos que lo justifican, entre ellos un diploma extendido por Fernando III el Santo de 1232 en el que hace donación al monasterio de San Salvador de Asma de la iglesia de Santa María de Camporramiro “en el realengo de Chantada”. La inexistencia de “señoríos jurisdiccionales” suponía que debían ser los funcionarios del rey quienes asumieran las funciones de las que fueron privados los condados.

Según Pardo de Guevara y Valdés la villa pertenecía en el siglo XIV a Vasco Pérez de Temes, antecesor de los Fernández de Córdoba -que años más tarde se distinguirían en su apoyo a la lucha contra los moros en Andalucía-. Según este autor, ya en el siglo XIII varios personajes de esta familia aparecían como “tenentes” en Temes. En el siglo XIV Vasco Pérez de Temes señoreó un importante patrimonio en la villa de Chantada, así como un importante dominio territorial, a la cabeza del cual figuraban las torres de La Peroja, Milleirós y Arcos. [3]

La opinión general sobre la pertenencia de la villa a los Fernández de Temes coincide con el criterio de Pardo de Guevara[4], si bien según Seijas Vázquez carecen de fundamento ciertas crónicas antiguas que atribuyen el señorío de Chantada a Vasco Fernández de Temes, por tratarse su presencia en nuestra comarca de un simple “dominio territorial”.

Los comenderos

De todo lo dicho se entiende, por tanto, que el triunfo de Enrique II en la guerra civil castellana contra su hermano Pedro I fue una inmejorable ocasión para los que habían hecho méritos en las filas victoriosas de su ejército. De las mercedes enriqueñas uno de los beneficiados fue Vasco Gómez das Seixas. Es en esta sorprendente generosidad donde, según Seijas Vázquez se encuentra el origen del señorío de Chantada, que deja de ser villa de realengo para convertirse en señorío de Vasco Gómez das Seixas.

Pero Vasco Gómez das Seixas ejercía también como comendero de varios monasterios gallegos, entre ellos los de Chouzán, Oseira, Chantada, Ferreira, Samos o Sobrado y fue uno de los que se beneficiaron con la confiscación de bienes ejecutada sobre los Ulloa, dueños del castillo de Pambre y partidarios de Pedro I. Se le documenta en 1377 como merino mayor de Galicia y hombre de confianza de Pedro Ruiz Sarmiento, que había sido enviado a Galicia para liquidar los focos de resistencia de los partidarios de Pedro I.[5]

Los comenderos se apoderaban de los bienes de los monasterios y exigía tributos y prestaciones personales a sus vasallos. Muchos de los excesos protagonizados por los comenderos eran acordados voluntariamente con las abadías, que para conseguir su engrandecimiento se colocaban bajo la dependencia de algunos nobles, cediéndoles una parte del patrimonio del monasterio, como fue el caso de los monasterios de San Salvador de Asma, Chouzán y Pallares.[6]

En 1394, poco antes de su fallecimiento, Vasco Gómez das Seixas otorgó testamento arrepintiéndose de todos los excesos cometidos. Pero no acabó aquí el “señorío” ya que su propia hija y sucesora Doña Juana das Seixas heredó los métodos de su padre, hasta el punto de que el rey Enrique III le ordenó se abstuviera de imponer tributos y pechos a los vasallos de San Salvador de Asma.

Pocos años más tarde tiene lugar la primera revuelta irmandiña conocida como “fusquenlla”, que se formó en 1431, en que los vasallos del señor de Andrade se unieron contra su señor en represalia por la dureza y el abuso que sufrían, y que adquirió una notable intensidad en la provincia de Lugo como ocurriría también en la gran revuelta de 1467.

Es por lo que Don Avelino Seijas Vázquez se pregunta ¿Sería esta la causa que acabase con el primer “señorío” de Chantada?

Chantada y el señorío “efímero” del condado de Lemos

El condado de Lemos ejerció su dominio en la comarca de Chantada desde el año 1400 en que el conde de Lemos Don Pedro Enríquez de Castilla lega a su esposa Doña Isabel de Castro numerosos bienes de Chantada y su tierra, finalizando en 1467 cuando el conde de Lemos cede las tierras de Chantada a Don Alvar Pérez Osorio, flamante titular del recientemente creado marquesado de Astorga.

Hay que señalar que el condado de Lemos como título de carácter hereditario no comenzó como tal hasta 1456, año que dicho condado fue concedido por Enrique IV a Don Pedro Álvarez Osorio, I conde de Lemos. En una primera etapa dicho condado ostentaba el título de “condes de Lemos, Trastamara y Sarria” y carecía de carácter hereditario. Tradicionalmente el viejo condado estuvo ligado a la familia de los Castro, con origen en Castrogeriz (Burgos) y descendientes del rey García de Galicia.

En 1372 aparece como nuevo conde de Lemos Don Pedro Enríquez de Castilla, sobrino del nuevo rey Enrique II, quien parece haber recibido en algún momento la villa de Chantada con su alfoz, al parecer por compra a Doña Urraca de Temes y que el conde de Lemos lega en sus últimas voluntades a su esposa Isabel de Castro en el año 1400. (Cfr. Pardo de Guevara y Valdés (2012), p. 338). La posesión de la tierra de Chantada por Doña Urraca de Temes tuvo que ser después de que la poseyera Don Alvar Pérez de Castro, padre de Doña Isabel quien la había recibido de manos del monarca en 1354, según Pedro López de Ayala.[7]

Hay coincidencia en este sentido efectivamente de que fue Doña Urraca de Temes quien vendió al conde Pedro Enríquez y a su esposa, Isabel de Castro, numerosos bienes como la torre de Arcos y la villa de Chantada y su tierra. Y también está documentado que, tras su compra, todas esas posesiones chantadinas «quedaron a cargo» de Lope de Taboada (Pardo de Guevara y Valdés, p.338).[8]

Pedro Enríquez falleció en 1400, el mismo año en que hizo testamento, dejando todos sus dominios -con la excepción de la villa de Chantada y su entorno- a su hijo Don Fadrique, el futuro duque de Arjona, tal como también señala Malaquías de la Vega en su “Chronología de los jueces de Castilla”[9]

Durante los años que van de 1472 a 1483 se produce en el condado de Lemos una disputa por la sucesión de Don Pedro Álvarez Osorio. Por carecer de hijos naturales varones legitimó a su nieto bastardo Don Rodrigo Enríquez de Castro como titular del condado, asegurando así la sucesión masculina en detrimento de los derechos de su esposa Doña Juana Osorio. Don Rodrigo buscó la alianza con sus parientes los marqueses de Astorga frente a sus enemigos tradicionales, los Pimentel de Benavente, que le disputaban Ponferrada y Villafanca. Pero de la confrontación armada se pasó al plano jurídico: Don Rodrigo finalmente acepta devolver Ponferrada y que el conflicto se resolvería en los tribunales reales.[10]

El marqués de Astorga, nuevo señor de la villa de Chantada

El marquesado de Astorga está ligado a la familia de los Osorio, que a principios del siglo XIV aparece en la persona de Don Juan Alvarez Osorio como señor del Páramo y Villamañán, además de adelantado mayor de León y Asturias. Don Juan Alvarez Osorio y su hijo Don Pedro perecieron de muerte violenta dejando un importante señorío en Tierra de Campos, con su solar principal en Villalobos.  Su sucesor fue Alvar Pérez Osorio que prestó grandes servicios al rey Don Juan I, por lo que fue premiado con la licencia para construir al alcázar de Astorga, y le concedió la tenencia del mismo con una asignación anual.[11]

El 16 de Julio de 1465, Enrique IV  concedió el título de marqués de Astorga a Don Alvar Pérez Osorio, segundo conde de Trastámara, y el 18 de septiembre de 1467,  en plena guerra civil entre Enrique IV y su hermano Alonso, aquél  apremia al conde de Lemos para que concediese al Marqués de Astorga, henriqueño de verdad, Sarria y Chantada. Al conde de Lemos no le quedó más remedio que aceptar, con la vana promesa de que le serían devueltos las tierras y bienes ocupados por los irmandiños (en alianza con el  Marqués).

Pasado el poder irmandiño, el Conde de Lemos restauró su señorío en las dos villas, con sus jurisdicciones, hasta que en 1483 el nuevo conde, Rodrigo Enríquez Osorio, casa con la hermana del Marqués de Astorga, convenido ambos en que el Conde seguiría con Sarria, después de compensar económicamente al Marqués, que por su parte pasó a ser el nuevo señor de Chantada.[12]

La Santa Hermandad “venida del cielo”

Así calificaron algunos testigos a la revuelta irmandiña de 1467 causada por los enormes agravios que los señores feudales cometían en Galicia, y que provocaron un levantamiento general para acabar con los abusos y se centraron en el objetivo de destruir las fortalezas. Las incursiones tenían como objetivo provocar el levantamiento de la “gente común” y también para organizarla y en unión de gentes de otras comarcas destruir todas las fortalezas más o menos próximas.

Fue Diego de Lemos, señor de Sober y Pantón, quien recorría los territorios de Lemos, Sarria y Chantada con un ejército de quince a diez y seis mil hombres. Podemos suponer que este ejército sería el que derrocó la fortaleza de Sarria y las de la parte de Chantada -castillo de Darcos, castillo Dasma, fortalezas de Boán, Temes, San Román de Campos, Toldao, Castro Candad, etc.- dividido en secciones, destruyendo parcialmente las fuerzas con que en estos sitios contaría el Conde de Lemos.

Se dice en un documento que los irmandiños «contra toda raçón tan absolutamente, que el Rey no los podía subjetar», Cronología de los jueces de Castilla, fol. 341r, 354v. En la tierra de Lemos la confrontación con el conde será total. Su derrota y huída a Ponferrada significó la derrota de todos los señores de Galicia.[13]

Desconocemos la suerte de otras fortalezas de la comarca de Chantada como las de Vilauxe, Santa Eugenia, Freán, Merlán, etc., etc. pese a que contamos con un testimonio de excepción en el pleito Tabera-Fonseca. Se trata de Vasco de Marçás, entonces escudero del coto del monasterio de Chantada, que no nos da noticia alguna de las mismas pero que pensamos debieron correr la misma suerte que el resto de las fortificaciones de la zona.

Vasco de Marçás fue presentado por el arzobispo Fonseca como testigo en el pleito Tabera-Fonseca del año 1526. Representaba unos 70 años y se acordaba de 60 más o menos.[14] Este testigo nos habla de las organizaciones en Chantada y Camba, de la Hermandad y de las destrucciones allí realizadas, y la califica de “Santa Hermandad venida del cielo”, que se levantara en nombre del rey y en su favor y servicio. Dice Vasco de Marçás: “que en este tiempo vido llebantada la hermandad en tierra de Chantada e en tierra de Canba “, y que “bio quellos tenían sus alcaldes e cadrilleros los quales traían bara de justicia” y que “los dichos alcaldes e cadrilleros con la gente de la dicha hermandad vido que fueran a derrocar el castillo de Arcos que hera del conde de Ribadavia e al Castro de Candaas que hera de Fernan de Canba e de Lopo Taboada…” y que “despueslas vido derrocadas y oio decir que la dicha hermandad las derrocara…”  

Continuó declarando Vasco de Marçás diciendo“que bio que conde de Lemos fizo llebantar a Monforte y a Sarrea y a Caldelas y a Chantada que fueran derrocadas por la dicha hermandad pero que los de la tierra no le ayudaban para ellas sino con las serventías e que de la misma manera lebantara Fernando de Canba a Arcos que le fuera derrocada…..Dixo que lo sabe porque bibe y a vivido en tierra de Chantada e tiene su hazienda en tierra de Canba e que si mas fizieran los de la tierra de la dicha serventía en las dichas fortalezas quel testigo lo supiera e oiera decir como los bia yr a las dichas serbintias e yr a ellas muchos basallos de las dichas fortalezas e dize que no los oia quexar salvo que serbian en ellas”.

Preguntado en las preguntas añadidas respondió: “y por la primera dellas dijo que lo que della sabe hes que los pueblos de la dicha hermandad que derrocaron las dichas fortalezas no fizieran ni llebantaron ninguna de las dichas fortalezas por ellos derrocadas quete testigo sepa, mas de quanto sabe que los señores de las fortalezas que las llebantaban hera que azia a sus vasallos que beniesen a ayudar a hazerla con serventías porquel testigo dize que bio que conde de Lemos fizo llebantar a Monforte y a Sarrea y a Caldelas y a Chantada que fueran derrocadas por la dicha hermandad pero que los de la tierra no le ayudaban para ellas sino con las serventías e que de la misma manera lebantara Fernando de Canba a Arcos que le fuera derrocada… y justiçia, tomaron al Conde de lemos todas sus tierras, destruyéndole las fortaleças, y robádole sus bienes y los de sus vasallos (…) tomaban las tierras que querían, y dábanlas a quienes se les antojaba”.


[1] MANUEL FERNÁNDEZ DEL HOYO; “De Portugal y Castilla: Creación y recreación de la memoria linajística en la casa consal de Benavente”.

[2] SEIJAS VÁZQUEZ, A. Historia de Chantada y su comarca, Lugo 1979, p. 124.

 [3] PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS, E., De linajes, parentelas y grupos de poder. Aportaciones a la historia social de la nobleza bajomedieval gallega. Madrid: Fundación cultural de la nobleza española, 2012. Pág. 54.

 [4] SEIJAS VÁZQUEZ, A., Chantada y el señorío de los marqueses de Astorga. Chantada: Gráficas Capitol, 1966. Págs. 7-10.

 [5] PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS, E., De linajes, parentelas y grupos de poder. Aportaciones a la historia social de la nobleza bajomedieval gallega. Madrid: Fundación cultural de la nobleza española, 2012. Pág. 65.

 [6] SEIJAS VÁZQUEZ, A., Historia de Chantada y su comarca, Lugo 1979, pág. 172.

 [7] LÓPEZ DE AYALA, P., Crónicas de los Reyes de Castilla, pág. 173): “E allí [en Toro] fue tratado que el Rey diese…E dio á Don Alvar Perez de Castro, hermano de Don Fernando de Castro, en Galicia á Salvatierra, é á Chantada…”

 [8] Este mismo hecho hecho fue también recogido por Fr. Malaquías en su Chronología, p.299: «Item mando a la Condesa Doña Ysabel de Castro mi muger la mi casa fuerte Darcos, que yo con ella comprey, con todos los derechos y heredades, e cosas que a la dicha Casa pertenecen, en cualquiera manera… Item le mando mas, e le desembargo a la dicha Condesa, las Casas e Palacios e fortaleza de Chantada Dasma; con toda su tierra e terminos que le pertenecen, e pertenecer deben de derecho. E mando a Lope de Taboada que las dichas casas agora por min tiene: e a otro cualquiera, o cualesquiera, que las tubieren al tiempo de mi finamiento, que las den e entreguen a la dicha Condesa, o a quien ella mandare…».

 [9] “Que lo de Chantada y sus tierras, que pareciere no aver posseido el duque de Arjona: y se hallare averlo posseido los anteçessores del marqués: sea obligado el conde don Rº, ha renunciar el derecho al Marqués, que a ello pretende tener …”derecho que según Malaquías de la Vega no era tal porque “Chantada es libre poseyda el conde don Pedro Alvarez Osorio, hay escrituras dello…”.

[10] . José García Oro y María José Portela Silva: Galicia y el Bierzo en el s. XV: De puentes a fronteras.

[11] J. A. MARTÍN FUERTES, Los Osorio y el marquesado de Astorga: de la nobleza leonesa, León, 1988.

[12] Chronología de los jueces de Castilla, p. 387)

 [13] CARLOS BARROS, “Os irmandiños da Terra de Lemos”, Universidade de Santiago de Compostela.

 [14] A, RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Las fortalezas de la mitra compostelana…

Manuel Lamazares Rodríguez

24-5-2024